RESEÑA La Sonrisa del vampiro, de Suehiro Maruo

 Sonrisa del vampiro

De un tiempo a esta parte están apareciendo en las librerías especializadas una serie de cómics alejados de los convencionalismos tradicionales que suelen identificar al manga. Se trata de autores que exploran más allá de la idea formal de contar historias y quieren hacer sentir muy incómodo al lector. Quieren provocar al incauto que se acerque a su obra a través de imágenes y diálogos no aptos para todo el mundo.

Un autor muy presente dentro de ese abanico de cómics es Suehiro Maruo, y este año hemos podido comprobar su buen hacer en la obra La sonrisa del Vampiro (2017, Panini Manga) recopilada en un único volumen; y que anteriormente había sido publica en España por Glénat en el año 2002 manteniendo el formato original en el que había sido publicado en Japón de dos volúmenes.

Suehiro Maruo es uno de esos autores que no deja indiferente por su obra densa y de difícil digestión para el gran público . Porque su obra como historietista se puede definir como un exceso delicioso para los que ven más allá de lo grotesco. Tal vez muchos dirán que no es el más agresivo dentro del género Ero-guro, pero sí que es el dota de mayor plasticidad a la acción dentro de la historia y envuelve el contenido con una belleza paisajista y coral, tanto para ambientes opresivos como para paisajes más conciliadores. No es un desconocido para el público español porque hay cantidad de obras publicadas de él desde los años noventa como por ejemplo en revista Cimoc (1991, número 11, editorial Norma).

La sonrisa del Vampiro gira entorno a una mujer extraña que se transforma en vampiro tras una experiencia traumática en un Japón recién acabada la II Guerra Mundial. Pasados los años decide buscar a un sucesor como continuador de su estirpe y elige a un chico de instituto llamado Mori, que verá su vida totalmente cambiada tras la transformación. Durante el transcurso de la acción conoceremos a Miyawaki, una chica de instituto atormentada por ideas oscuras y con una aversión al embarazo de su hermana; y también conoceremos a Hemni, otro adolescente con un deseo incontrolable de causar daño de cualquier forma posible.

Los protagonistas adolescentes son personajes extremos que dejan atrás su propia condición humana y deciden apartarse prácticamente de la humanidad. Dichos personajes atormentados se mueven por una sociedad corrompida por el dinero y el sexo. Una sociedad ensimismada en su propio ombligo obsesionada en la búsqueda de la satisfacción personal y el egoísmo. Maruo quiere diluir la línea que separa a las personas de los monstruos. La propia humanidad y su concepto esconden también un lado oscuro que florece sin filtros y a veces nos transforma en otra cosa, o por el contrario es una conducta intrínseca a nuestra propia esencia y debemos aceptar lo que somos.

El sexo forma parte intrínseca de la historia pero en absoluto llega a imponerse como fin de la acción, simplemente está para dar fuerza al drama. Las forma de abordarlo es casi siempre a través de los ojos de adolescentes, y da la sensación que para el autor son personalidades quebradizas y moldeables que no tienen poder de elección.

La violencia no es tan extrema como en otras obras del autor, es más relajada y prefiere centrarse en los conflictos que sufren los protagonistas, tanto con ellos mismos como con los demás.

Se puede pensar que el autor se embarca en una búsqueda de crítica a la sociedad japonesa, pero no llega a rascar más que la superficie. Simplemente ha plasmado de manera alegórica lo que pasa a su alrededor, pero sin entrar a juzgar. En entrevistas con Suehiro Maruo el autor lo deja bien claro. No está para criticar, a él lo que le importa el aspecto visual de su obra. En Japón no hay muchos autores críticos con su sociedad, aunque haberlos los hay; como por ejemplo Shun Umezawa y su obra Utopías (2017, Editorial ECC). Autores que sí que llaman la atención de la deriva que ha tomado el mundo diario en el que vive.

En este caso, La Sonrisa del Vampiro es un cómic formal de terror que cabalga entre varios mundos pero que aúna lo mejor de todos ellos. Si el lector quiere terror puede tener a Junji Ito (Voces en la oscuridad, 2016, ediciones Tomodomo). Si lo que quiere es un puñetazo visual desmedido y surrealismo escatológico puede tener a Satoshi Kago (Cuaderno de Masacres, 2013, Editorial EDT); pero lo que ofrece Suehiro Maruo es la elegancia y la belleza de todos ellos sin llegar a inclinarse por nada en particular.

Una obra con un dibujo preciosista, sobre todo en paisajes y en expresiones. Llena de primeros planos a los rostros de los personajes a los que dibuja con expresiones aniñadas. Una obra repleta de silencios de guión para que sea el dibujo y las delicadas líneas de Suejiro Mauro las que hablen y digan todo lo que hay que decir. Domina el blanco y negro para crear espacios opresivos y paisajes detallados, en los que se percibe su otra pasión como es la pintura. Necesita espacio para expresarse, para comunicar; y también para hacernos disfrutar con sus composiciones. Su pluma es tan afilada como delicada y nos forma una cosmogonía por la que caminar con paso inseguro y temeroso; y siempre sabiendo que nos vamos a mover por una historia entre alambres de espino. No es fácil la lectura de este cómic porque cada viñeta es como tragar clavos, pero de belleza formal poco frecuente.

La Sonrisa del Vampiro no es una obra más. Es una forma muy adecuada de acercarse al género Ero-Guro, tanto por belleza como por argumento comprensible. Puede facilitar el tránsito hacia otros autores más extremos y que, poco a poco, se están haciendo un hueco en nuestras librerías, ampliando así la oferta de lo que viene desde Japón.

  • 6/10
    GUIÓN - 6/10
  • 8/10
    DIBUJO - 8/10
  • 7/10
    GENERAL - 7/10
7/10

Resumen

Una historia simple sin complicaciones pero de bella factura y trazado que deja muy buen sabor de boca.

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Sobre Juan Francisco Soler Márquez

1978. Madrid. Vivo. Trabajo cuando me dejan. Leo cómics y te los cuento. Sin antecedentes penales hasta la fecha. Aporreo guitarras. Apocalíptico sin integrar.

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